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Periódico La Jornada Destacaron que la violencia escolar entre estudiantes incluye desde la intimidación verbal y sicológica, con el uso de motes, amenazas e insultos, hasta las agresiones físicas y el aislamiento social. Los mecanismos pueden ir desde la confrontación directa de la víctima hasta el envío de mensajes electrónicos o la difusión en las redes sociales de Internet de imágenes degradantes: el llamado ciberbullying. Maestros, terapeutas y siquiatras señalaron que, sin una atención integral de quienes participan en el acoso escolar como víctimas o agresores, “sólo se facilita el camino para que quienes agreden, sin ninguna consecuencia, fomenten su percepción de impunidad y con ello aumente el riesgo de que puedan caer en actividades delictivas”, pues este fenómeno “no se limita al patio escolar: es una práctica que se prolonga por años y puede llegar, incluso, hasta el aula universitaria”. Un estudio del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) sobre disciplina, violencia y consumo de sustancias nocivas en escuelas de educación básica del país revela que 8.8 por ciento de los estudiantes de primaria, y 5.6 por ciento en secundaria, incurrieron en actos de violencia en la escuela. Se estima que dos de cada 10 menores que asisten a la primaria han participado en peleas, donde han golpeado a uno de sus pares, y 10.9 por ciento reconocieron que han robado o amenazado a un compañero. En secundaria, 6.8 por ciento de los jóvenes se integran en grupos de estudiantes que han intimidado a otro alumno de su escuela. En cuanto a quienes han sido víctimas de violencia, en primaria 24.2 por ciento afirmaron que sus compañeros se burlan de él constantemente; 17 por ciento dijeron que han sido lastimados físicamente por otro estudiante o grupo de compañeros, mientras 2.5 por ciento tienen miedo de ir a la escuela. En secundaria, 13.6 señalaron que reciben burlas constantes; 14.1 por ciento fueron lastimados por otro menor, y 13.1 por ciento han sido hostigados. A pesar del incremento de casos en los que, aseguró, “se llega a forzar a la víctima de bullying a sostener relaciones sexuales de riesgo o a realizar actos contra su voluntad, que pueden poner en peligro su integridad física” y hasta dar “muerte social” a través de una exhibición pública de actos humillantes y vejatarios en las redes sociales mediante videos, son muy pocos los menores que reciben una atención integral, la cual sin duda debe incluir al victimario, “pues es quien presenta un trastorno de personalidad que lo puede llevar a conductas delictivas”. Destacó que en el acoso escolar se identifica “claramente a un líder, una víctima y a un grupo espectador que no interviene de manera directa, pero es testigo de los abusos. En el caso del agresor se sabe que son menores con trastornos de personalidad y conducta antisocial. Tienen una enorme capacidad de manipulación y llegan a exhibir matices sádicos en su conducta al disfrutar del abuso de su víctima, que por lo general tiene baja autoestima y una personalidad de rasgos masoquistas”. María Isabel Aguilera, experta en victimología y conflictos escolares de la Universidad del País Vasco, alertó que es preocupante la elevada tasa de impunidad en los casos de bullying, así como la ausencia de una política pública que garantice una atención y prevención integral del fenómeno que incluya a padres de familia, docentes y alumnos. Al respecto, Mónica González Contró, especialista en justicia para adolescentes del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló más allá de buscar sancionar a quienes acosan en la escuela, se deben alcanzar mecanismos de prevención, pues advirtió que “no podemos caer en una criminalización del agresor, sin conocer cuáles son los factores que influyeron”. |
mayo 12, 2010
MEXICO: El acoso escolar se puso de moda
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